miércoles, 5 de septiembre de 2012


TECNOCRACIA Y POLÍTICA: LA TECNODURA



El libro de Ernesto EkáizerIndecentes, merecería estar en la mesita de noche de toda persona con, al menos, un cuarto de litro de sangre democrática. Se trata, entre otras cosas, de una gran crónica periodística de los grandes acontecimientos económicos que han venido impuestos por la tecnocracia europea en los últimos dos años. En resumidas cuentas, es el relato de la primera demolición de la política por la tecnoestructura. Es decir, dicho sin aspavientos ni remilgos: la derrota de la política por la casta de burócratas que, como es sabido, nadie ha elegido.

A grandes rasgos podríamos decir que las relaciones entre la economía y la política han pasado por etapas diversas: una relativa independencia de la segunda con relación a la primera, la cooptación de la política y, ahora, la gradual eliminación de los espacios políticos. La novedad es que dicha eliminación se hace a cara descubierta y sin ningún tipo de rubor. El momento más llamativo fue cuando los burócratas del dirigieron  a los gobiernos español e italiano LA CARTA SECRETA DEL BANCO CENTRAL EUROPEO. Allí estaban las firmas de Draghi y Fernández Ordóñez.



Como se sabe, la carta (sólo secreta en apariencia) forzaba al gobierno Zapatero a toda una serie de medidas económicas –endurecimiento del acceso a la jubilación, despidos de funcionarios, eliminación de servicios públicos y otras relativas a puntos neurálgicos de la negociación colectiva--  con un inusitado nivel de precisión. Y, en el terreno institucional, ordenaba una reforma de la Constitución  (en el texto en castellano no estaba) que fue seguido a pies juntillas en el acuerdo a tal efecto del PSOE y el Partido popular.  

El ejemplo más reciente es la “sugerencia” de la troika: los griegos deben volver a la semana laboral de seis días. ¿Un planteamiento irracional en un país con una elevada tasa de paro? Por supuesto, pero ese no es el dato. Lo que se plantea es quién manda. Y el mando tiene más sentido cuando lo que   ordena  es irracional.

Así las cosas, la política es la gran perdedora. Todo su sentido se va al garete. Y quien tienen todas las de perder son las izquierdas. Pues los partidos quedarían como meras prótesis de la tecnocracia. Serían meros perifollos. El ágora suplantada por la “oficina siniestra”. La democracia se ha metamorfoseado en, para llamarlo provisionalmente, una tecnodura. Sí, tecnodura: un concepto que enlaza tecnocracia con dictadura.     
(extraido del blog de José Luís López Bulla)

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